En 1951, con trece años, fabriqué un teléfono y una radio de galena con cajas de puros junto con un amigo, con veintiuno me diplomé como radiotécnico y a los veintinueve, en 1967, abrí mi propio negocio y empecé a montar los primeros televisores en blanco y negro. El diploma me lo saqué con un curso por correo postal y estudiando por las noches, cuando terminaba mi jornada laboral de doce o catorce horas. Ahora dirían que fui un emprendedor, pero yo creo que lo único que hice fue trabajar duro para conseguir lo que quería.
Nací en 1938, época en que en España había pocas facilidades. Fui a la escuela de los seis a los catorce años. No había dinero para estudiar nada más, así que cuando terminé me tocó ponerme a trabajar. Yo quería ser electricista; sin embargo, a mis padres les pareció que no tendría mucho trabajo y me convencieron para meterme en la tornería, que en ese momento era una industria pujante en el pueblo. Durante seis años aprendí el oficio de tornero, que actualmente se ha convertido en mi pasatiempo, pero nunca dejé de lado mi sueño.
Si volviese a nacer, seguiría los mismos pasos. He trabajado mucho, pero el esfuerzo ha dado sus frutos.
Primero empecé a hacer inventos con un amigo. Todavía conservo la caja de puros Habanos con la que construimos un teléfono. Hicimos una línea de cuatrocientos metros que funcionó cinco años. ¿Te imaginas? Juan tenía un timbre. Yo me lo tuve que fabricar. Utilicé una cajita de madera que hice con el torno, una bobina, un tornillo de hierro y un trozo de plancha y lo conecté a la red. Teníamos línea directa, el sueño de cualquier adolescente.
Construimos también una radio de galena que funcionaba sin ningún tipo de batería o electricidad. Fue un éxito entre nuestras familias. Todo el mundo se peleaba para escuchar la radio con el auricular. «Mira, mira, aquí se oye música», «mira, han dicho Radio Barcelona…». Así nos pasábamos las noches. Puede parecer una tontería, pero en esa época teníamos pocas distracciones y la radio era muy importante. Podríamos decir que era nuestro Internet; incluso se utilizaba para hacer amigos y ligar. Sí, sí, has oído bien, ligar. Se publicaban anuncios y si te interesaba empezabas a cartearte. Yo me carteé con una chica durante varios años.
En fin, siempre se me ocurrían nuevos inventos. Me leía todos los folletos que mi padre compraba sobre electricidad y aparatos electrónicos, y de ahí sacaba muchas ideas. Fue en uno de ellos donde encontré el curso de radiotécnico que impartía el Instituto Técnico Práctico de Enseñanza por Correspondencia. Cada semana me mandaban el temario por correo postal. Con ellos construí mi primera radio, en 1959, que es la que te ha dado la bienvenida al entrar en casa. Todavía funciona y «solo» tiene 58 años. ¿Qué te parece?
Ese curso me abrió las puertas para convertirme en electricista. Mientras seguía trabajando de tornero vendí algunas radios y, más tarde, un electricista del pueblo me ofreció trabajar en su taller. Solo estuve un año allí pues el destino intentó interponerse en mi camino. Mi suegro quería que trabajara en el matadero con él y me dejó claro que no aceptaría un no por respuesta.
Pese a que la idea no me podía cautivar menos, decidí probarlo por mi mujer. A finales del 1966 hicimos las maletas y nos fuimos a Barcelona. No aguantamos mucho. A mí no me gustó el trabajo y mi mujer no estaba dispuesta a aceptar el papel de ama de casa que su madre quería que asumiera. Así que pronto decidimos volver para dirigirnos a un futuro incierto que finalmente resultaría oportuno.
Cuando volví me encontré sin trabajo; había llegado el momento, era un «ahora o nunca». Me lié la manta a la cabeza y monté mi propio negocio como electricista con la ayuda de mi mujer. El primer año no fue muy bien, nada bien. Dicen que es normal, que los primeros años suelen ser complicados; pese a ello nunca nos imaginamos la que nos venía encima. Creo que sin el apoyo de mis padres no habríamos aguantado. A punto estuvimos de dejarlo pero, cosas de la vida, un día nuestra suerte cambió.
Me gustaría que me recordaran como Ramón, el que hacía televisores.
En la tienda donde compraba los recambios me propusieron enseñarme a montar televisores. Me veían capaz y apostaron por mí. Era una apuesta arriesgada. Un televisor costaba 16 000 pesetas de la época y eso era mucho dinero (unos 2200 €). No sabíamos si la gente se animaría a comprarlos, pero había que probar. Aprendí a montar televisores.
Durante la semana armaba todas las piezas y los sábados metía el chasis del televisor en la maleta y me iba a Barcelona para que me dijeran qué debía cambiar o mejorar. Eran seis horas de viaje de ida y vuelta en coche de línea por carretera de curvas. Me mareo mucho, así que te puedes hacer una idea de lo que era eso para mí. Repetimos el mismo proceso varias semanas, hasta que supe montar el aparato entero.
Tengo tanto que agradecerles a esa gente, Can Pujals se llamaba la casa. Me ayudaron muchísimo. Imagínate, para que no tuviera que bajar tanto a Barcelona me ofrecieron el equipo para ajustar los televisores. En realidad, cuando me lo propusieron me negué, no podía permitirme un aparato que costaba 75 000 pesetas (unos 10 200€). No les importó, confiaban en mí y me dejaron pagar a plazos. ¿Quién haría esto hoy en día?
Fue increíble. En aquellos tiempos apenas había una docena de televisores en todo el pueblo y en cuanto vieron mi primer televisor, la gente se animó rápido. Llegamos a vender más de 500 televisores en blanco y negro. Nunca olvidaré esta cifra, fue una locura. Creo que incluso te podría decir el nombre de todos y cada uno de los clientes.
Cuántos recuerdos, parece mentira… lo conseguí, me convertí en electricista y tuve mi propio negocio durante más de 37 años.
4 Comentarios
Increíble!!! Sin lugar a dudas un emprendedor del que aprender, salir de la zona de confort da mucho miedo, pero trae cosas tan maravillosas como conseguir sueños y encontrar en el camino a personas maravillosas!!!
Me ha encantado Dolors!!! Aquí tienes una mega fan de tu proyecto!!!
Gracias, María. La verdad es que la vida está llena de personas así, solo hay que saber dónde mirar. Nos vemos por aquí.
maravillosa Historia sin lugar a dudas un gran ejemplo .para seguir luchando por nuestros sueño
es gran Honor conocer a estas personas y aprender de Ellos….felicidades Dolors .no perdere ninguna de tus historias aqui tienes una fan mas Victoria
Muchas gracias, Victoria. Me alegro mucho de que te guste.