Ya en educación infantil me di cuenta de que mi hijo tenía algún problema. Confundía los colores y no leía como los demás… Lo comenté con sus profesores, pero no me hicieron caso. Me dijeron que lo comparaba con mi hija, que cada niño era diferente, que lo sobreprotegía, que me tomaba el pelo… Fue muy duro, pero nada ni nadie harían que me rindiera. No pararía hasta saber qué le pasaba a mi hijo.
Sospechaba que tenía dislexia porque en la familia había otro caso, pero no estaba segura. Yo solo veía que algo fallaba. Pese a dibujar bien, el niño no diferenciaba los colores de forma correcta, no prestaba atención en clase y no leía. Sin embargo, parecía ser la única que veía el problema. Así que la incertidumbre se prolongó hasta secundaria: cinco largos años.
No sé muy bien cómo fue pasando de curso; eso debería contártelo él. En casa leíamos juntos y en la escuela sé que pedía a sus compañeros que le explicaran los libros que no se había leído. Supongo que le ayudó mucho el hecho de que en la familia siempre tratamos de reforzar sus puntos fuertes. Todos los niños son buenos en algo, ya sea en deporte, música, escritura o cualquier otra actividad. En su caso se le daban muy bien el dibujo y el atletismo, y desde bien pequeño le apoyamos para que se desarrollara en esos ámbitos.
Queríamos que entendiera que el problema que tenía no debía impedirle hacer nada.
Así, entre pinturas y carreras fueron pasando los años hasta que por fin pudimos acudir a un equipo de asesoramiento y orientación psicopedagógica. Ellos sí nos hicieron caso. El diagnóstico fue claro: dislexia. Todo cobró sentido. El alivio que sentí es indescriptible. Lo que tenía mi hijo tenía nombre y, en cierto modo, se podía tratar. Por fin podríamos ayudarle. No sería fácil, pero era un chico inteligente y saldría adelante.
Es verdad que en esa época se desconocían bastante estos trastornos y los profesores tampoco tenían las herramientas necesarias para detectarlos. No culpo a la escuela por lo que pasó, pero sí me hubiera gustado contar con su apoyo. Cuando algo no va bien, los padres nos damos cuenta, conocemos a nuestros hijos. Se nos debería escuchar. Sin embargo, ellos simplemente optaron por no darle importancia. Únicamente le hicieron una prueba de coeficiente intelectual y le ofrecieron atención psicológica. Esas no eran las medidas adecuadas. La solución estaba en la terapia a la que finalmente tuvimos acceso.
La logopeda y el pedagogo sí ayudaron a mi hijo. No sé como lo lograron, pero no solo consiguieron que se convirtiera en un ávido lector, sino que, para nuestra sorpresa, estudió y este mismo año se ha licenciado en ingeniería mecánica. Todavía recuerdo el día que nos dijo lo que quería hacer. Estaba en el Centro de Tecnificación Deportiva Blume con una beca y competía en atletismo de alto nivel. Así que, dado su problema, todos habíamos dado por supuesto que haría INEF (educación física); era la salida fácil. La cara de sorpresa que se nos quedó a su padre y a mí cuando nos comentó que quería estudiar ingeniería mecánica no creo que la olvide nunca. «¿Estás seguro? ¿Podrás?»; no salíamos de nuestro asombro…
No es que no confiáramos en su capacidad, siempre creímos en él, pero eso no nos lo esperábamos, la verdad. Era consciente de que sería complicado y nos advirtió que le llevaría tiempo, y más combinándolo con el atletismo. Pero qué más daba cuántos años tardara en licenciarse; nuestro hijo quería seguir estudiando y aspiraba a tener mucho más de lo que nunca hubiéramos pensado. Nos sentimos muy orgullosos.
Creo que hoy en día las cosas han cambiado bastante. Las escuelas y los profesores conocen mejor la dislexia y tienen más medios para detectarla. No obstante, a los padres que creen que sus hijos tienen algún problema les diría que insistan, que no se conformen con un «ya mejorará», «es distraído» o «tiene problemas de comportamiento». Si sucede algo así, es porque hay un trastorno de base que se debe investigar.
No hay ningún niño que quiera suspender. Cuando eso pasa de forma continuada es porque hay algún problema.
Yo tengo muy claro que, pese a todo, mi hijo tuvo suerte. El diagnóstico fue tardío, pero en casa supimos ver que algo no marchaba bien y tratamos de apoyarlo en todo. Sin embargo, no puedo evitar pensar en todas esas familias que desconocen estas enfermedades y cuyos niños han sido etiquetados de tontos, distraídos, nerviosos o muchas otras cosas. Seamos claros, ningún niño quiere ser «tonto» o quedarse atrás por diversión. Si eso ocurre, es que hay un problema.
8 Comentarios
Valientes testimonios. Por desgracia, a día de hoy, todavía hay escuelas que la identifican demasiado tarde…
Vaya, yo creía que sí que había mejorado. Ojalá pronto haya más cambios, algunos chavales sufren mucho. Pronto tendremos también el testimonio del hijo de Montserrat.
A mi hijo lo diagnosticaron un psicopedagogo que tuve que costearme yo y fue en 1 de la Eso.
Y hoy aunque ha conseguido llegar a 4 curso de Grado de comunicacion audiovisual,todavia no sabe si podra Graduarse, porque le falta el escalon mas duro para el, aprobar el B1 de ingles, que le piden para poder hacer el fin de carrera y todo esto sin ayuda de ninguna clase, porque todavia en las universidades no se sabe nada de la dislexia.
Gracias por el mensaje, Hortensia. Mucho ánimo para tu hijo.
Yo doy voluntaria en una asociación de dislexia y cada día nos llegan historias de sufrimiento. A mi me costó 7 años conseguir un diagnóstico y por privado… y el instituto negó reconocer el diagnóstico. He tenido que abandonar el sistema público a ir al privado. Y mi hijo que me dijeron que iba camino al fracaso escolar ahora está en bachillerato.
Elisa, siento mucho que hayáis pasado por esto. Me alegro de que tu hijo siga avanzando. Un saludo.
A mi hijo lo diagnosticaron un psicopedagogo que tuve que costearme yo y fue en 1 de la Eso.
Y hoy aunque ha conseguido llegar a 4 curso de Grado de comunicacion audiovisual,todavia no sabe si podra Graduarse, porque le falta el escalon mas duro para el, aprobar el B1 de ingles, que le piden para poder hacer el fin de carrera y todo esto sin ayuda de ninguna clase, porque todavia en las universidades no se sabe nada de la dislexia.
Por el camino ha conseguido el titulo de la Eso,el ciclo medio de fotografia y el ciclo superior de iluminacion y captacion de imagen,todo esto pasando por unas practicas en tele 5 en Madrid,con mucho sudor de su frente y de la mia pero espero que el final llegue pronto y sea tan fructifero como hasta ahora.Aunque en estos momentos el ingles le tiene muy agobiado y no se como ayudarlo,yo de ingles ni pajotera idea.
Hola, Hortensia. Gracias por este mensaje. ¿Habéis hablado con las asociaciones para disléxicos? Quizá ellos os pueden ayudar o pueden hablar con la universidad. ¡Mucho ánimo!